Cada año se sacrifican miles de animales para satisfacer nuestros deseos de moda, se les tortura sin piedad y luego se les inmola sin importar que sean seres que comparten nuestra misma capacidad de sentir.
Nuestro egoísmo y sentimiento de superioridad no nos permiten ver el dolor al que sometemos a nuestros compañeros de ecosistema, dándoles malos tratos y abusando de ellos, dejándonos influir por lo que está en boga o por la ambición de vernos bien, según nosotros.
Diariamente usamos artículos provenientes de animales que desde su nacimiento están destinados para la producción de estos, viviendo hacinados, o quizás apretados en pequeñas jaulas donde apenas logran moverse.
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